Como los gatos, en realidad vida (de estar vivos) solo tenemos una, porque una vez te mueres no hay vuelta atrás, pero ¿nunca habéis tenido la sensación de estar viviendo una vida completamente diferente a la que tenías hace un día, un mes, o un año?
Yo llevo un tiempo recapacitando sobre esto después de que un día me sorprendiera yo misma teniendo la sensación de que acababa de estrenar mi tercera vida, y es que hay acontecimientos vitales que suponen un antes y un después tan radical que hacen que ni tú ni tu vida podáis volver a ser igual, sino que se abre un nuevo camino que recorrer, un punto de no retorno.
Un nuevo camino que te obliga a dejar en el arcén parte del equipaje que siempre habías considerado imprescindible para el viaje y que te plantea el reto de continuar disfrutando del trayecto adaptándote a la situación, que te hace desarrollar unas habilidades que ni siquiera hubieses sido capaz de imaginar que podrías llegar a tener y que te abre una nueva panorámica del mundo, de las personas que te rodean y de ti mismo.
Veremos cuántas vidas más me esperan, pero de momento voy a seguir disfrutando del viaje, a pesar de echar de menos muchas de las cosas que dejé por el camino.
