domingo, 21 de noviembre de 2010

Los renglones torcidos de Dios

Muchas veces, cuando hacemos referencia a los libros que más nos han gustado o que mejor valoramos los relacionamos solamente con aquellos que hemos disfrutado leyendo y que al acabarlos nos han dejado con las ganas de continuar.

A través de la novela de Torcuato Luca de Tena “Los renglones torcidos de Dios” (1979) he descubierto que este planteamiento no es del todo cierto, sino que hay libros que pueden llegar a fascinarte, conmoverte e incluso despertar en ti emociones que en ciertos momentos no estás preparada o dispuesta a dejarlas florecer y que por ello eres incapaz de continuar leyéndolos.

 Actualmente estoy en un momento emocional bastante delicado. Siempre he sido una persona sensible y empática y ahora estos rasgos se han acentuado, así que el nivel descriptivo de las localizaciones de la novela, sus personajes y el ambiente que se respira llegaba a angustiarme, haciendo que no la disfrutara.

En la novela, la protagonista, Alice Gould, es ingresada en un sanatorio mental. Según una carta de su médico particular el diagnóstico es una obsesión paranoide que la lleva a atentar contra su marido, no obstante ella afirma ser una investigadora privada que se interna voluntariamente para solucionar un caso que le ha sido encargado.

La extremada inteligencia de la protagonista y el análisis que hace de los diferentes enfermos con los que comparte su estancia hace dudar entre el verdadero motivo que la lleva a estar internada (siempre que no leas la contraportada, consejo que seguí por recomendación de la persona que me lo recomendó y a la que se lo agradezco de verdad, porque no hubiera sido lo mismo).

El autor, para documentarse bien, quiso conocer el problema desde dentro: ingresó en un psiquiátrico durante dieciocho días en los que convivió con enfermos mentales y se dedicó a estudiarles: sus reacciones, sus modos de pasar el tiempo, sus fisonomías… Gracias a esta experiencia en la novela pudo desarrollar a sus personajes, basándose en personas reales.

La novela es totalmente recomendable y yo estoy segura que en un tiempo no muy lejano la retomaré y podré disfrutarla tal y como se merece. Mientras tanto he decidido darme a la “lectura de evasión”, esa que te hace desconectar de los problemas actuales a través de historias positivas y simplonas.

Qué se va a hacer, hay momentos para todo…

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